FLORES DE SAL
Recogíamos flores para un ramo
por las salinas
en el comienzo de la tarde
ese verano.
Especies protegidas en las manos
con riesgo de una multa
tras años olvidadas,
pisoteadas, desconocidas.
Nuestras brazadas por aquel mar silvestre
las iban descubriendo
precoces y termófilas
en inflorescencias,
asilvestradas y autóctonas,
de corolas espléndidas:
rojo, azul, malva, naranja, fucsia,
amarillas, rosas,
negras de sol...
Diadipétalas y de terciopelo,
de plumas blancas e indehiscentes,
frágiles y fuertes,
frugales y duraderas,
xerófilas y diminutas en un manto.
Las rozamos con los pies
en la laguna rosa,
ellas blancas de sal,
submarinas,
una ilusión a nuestros ojos,
no las pudimos llevar
apenas pixeladas,
nuestros sentidos impregnados.
Áurea López 2010
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